La violencia contra las mujeres es la expresión más dolorosa y humillante del patriarcado, materializa las relaciones de opresión y dominio del cuerpo de la mujer por el hombre, violentándola física, psicológica y sexualmente.
En Bolivia y particularmente en el Municipio de Sucre, los índices de violencia contra las mujeres son alarmantes, muestran el grado de “naturalización de la violencia hacia las mujeres” sociedad permisiva y tolerante con hechos que deberían provocar censura colectiva.
En Sucre, el Centro Juana Azurduy fue la institución pionera en visibilizar y denunciar la violencia hacia las mujeres, no sólo como un hecho social, sino como una expresión patriarcal y de ejercicio del poder masculino.
A partir de la aplicación del modelo de atención denominado Guía de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia-GAVVI, se desarrolla la atención desde los ámbitos de la psicología y las ciencias jurídicas y sociales. A partir de una valoración psicológica que determina el estado de situación de la mujer que vive violencia, en cuanto a su nivel de autoestima, percepción y formas de actuar frente a la violencia y con qué proyecto de vida cuenta. La interdisciplinariedad del modelo psicológico, jurídico y social- permite que las mujeres logren romper el círculo de la violencia, consiguiendo restituir sus derechos vulnerados, sobre todo el vivir libre de violencias. Por otro lado, a partir de los casos más emblemáticos que se suscitan, como son los feminicidios, lleva adelante movilizaciones de sensibilización y prevención de la violencia machista.
Es un grupo conformado por mujeres que rompen círculos de violencia, que han desarrollado capacidades de articulación, sororidad con otras mujeres en situación de violencia, exponen y manifiestan públicamente sobre la necesidad de vivir una vida libre de violencia.