Programa Defensoría de la Mujer

La violencia contra las mujeres es la expresión más dolorosa y humillante del patriarcado, materializa las relaciones de opresión y dominio del cuerpo de la mujer por el hombre, violentándola física, económica, psicológica y sexualmente.

En Bolivia y particularmente en el Municipio de Sucre, los índices de violencia contra las mujeres son alarmantes, mostrando que el grado de “naturalización de la violencia hacia las mujeres” en una sociedad permisiva puede volver a tolerante a una población con respecto a hechos que deberían provocar indignación y censura colectiva.

En Sucre, el Centro Juana Azurduy fue la institución pionera en visibilizar y denunciar la violencia hacia las mujeres, no sólo como un hecho social, sino como una expresión patriarcal y de ejercicio del poder masculino.

Líneas de trabajo

Basado en el modelo de atención denominado Guía de Atención a Mujeres Víctimas de Violencia-GAVVI, diseñado por la institución, se desarrolla la atención desde los ámbitos jurídico, psicológico y social. A partir de una valoración psicológica que determina el estado de situación de la mujer que vive violencia, en cuanto a su nivel de autoestima, percepción y formas de actuar frente a la violencia y con qué proyecto de vida cuenta, se define la estrategia a seguir con cada una de ellas.

La interdisciplinariedad del modelo psicológico, jurídico y social, permite que las mujeres logren romper el círculo de la violencia, consiguiendo restituir sus derechos vulnerados, sobre todo el vivir libre de violencias. El apoyo psicológico contempla diferentes formas de intervención, la terapia psicológica individual, familiar y grupal (psicoterapia grupal).

A partir de los casos más emblemáticos que se suscitan, como son los feminicidios, lleva adelante movilizaciones de sensibilización y prevención de la violencia machista.

En el marco del convenio interinstitucional entre el Centro Juana Azurduy y el Tribunal Departamental de Justicia, se implementa la estrategia de atención psicológica a hombres agresores, que son derivados y que buscan beneficiarse con la suspensión condicional de la pena, cumpliendo el requisito de ser parte de procesos psicoterapéuticos.

Además de cumplir con el acuerdo interinstitucional la institución busca promover en los hombres agresores actitudes de reflexión y cambios sobre sus actitudes patriarcales en sus relaciones de pareja, utilizando la violencia.

Los ciclos constan de aproximadamente tres meses de trabajo, abarcando 12 sesiones, donde los hombres que forman parten de este proceso reflexionan de forma crítica sobre la violencia de género, pero también aprenden a manejar de manera correcta su ira, gestionar sus emociones y de aprender habilidades y modificar pensamientos insalubres.

La psicoterapia se basa en el modelo conductivo y conductual tiene como objetivo que se puedan identificar comportamientos desadaptativos disfuncionales, habilidades deficitarias, creencias irracionales y sesgos cognitivos que desarrollan conductas violentas.

Es un grupo conformado por mujeres víctimas de violencia que fueron atendidas en la Defensoría de la Mujer y que al concluir el proceso lograron romper el círculo de violencia en el que vivían.

Son mujeres que han desarrollado capacidades de articulación y sororidad con otras mujeres en situación de violencia, motivando con el ejemplo, la posibilidad de romper los lazos de dependencia emocional que las coloca en una situación de vulnerabilidad.

Sus acciones están dirigidas a dialogar con las mujeres que son parte del proceso de terapia psicoterapéutica, participar en acciones de movilización y producir y difundir un podcast analizando el problema de violencia desde su experiencia, por diferentes medios de comunicación.

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